Época: Economía Sociedad
Inicio: Año 700
Fin: Año 1000

Antecedente:
Economía y sociedad altomedieval



Comentario

Entre 1922 y 1937, el más grande medievalista de nuestro siglo, el belga Henri Pirenne, se pronunció de forma categórica en torno a la discontinuidad de las actividades mercantiles: "Lo que existe antes del siglo VIII es la continuación de la economía antigua. Después del siglo VIII se produce una ruptura completa con esta economía. El mar se ha cerrado. El comercio ha desaparecido". El Imperio carolingio, que políticamente había supuesto una ruptura con el pasado, significaría también una solución de continuidad económica con los tiempos merovingios. La unidad del Mediterráneo se rompe al convertirse éste en un foso entre civilizaciones: la bizantina a Oriente, la carolingia a Occidente y la islámica en el Sur.
Desde el punto de vista estrictamente económico, Pirenne apoyaba su tesis en una serie de argumentos: la desaparición en Occidente de mercaderes sirios y griegos; el corte del tráfico de seda y especias; la desaparición del papiro en Occidente como materia escrituraria, o la extinción de las reservas auríferas en ese mismo Occidente forzado, así, a hacer acuñaciones sólo en plata. Los árabes habrían sido, de acuerdo con la idea del ilustre profesor belga, los grandes responsables de esta ruptura. El Imperio carolingio habría sido -junto con sus medidas de retracción económica- la réplica a la expansión islámica. Carlomagno -ésta era la lapidaria sentencia pirenniana- hubiera sido un absurdo sin Mahoma.

Prácticamente desde el momento del lanzamiento de su brillante tesis, Pirenne sufrió las réplicas de muchos de sus colegas. Hasta hace muy pocos años aún, los ecos de la polémica se dejaban sentir. Las revisiones -al menos en aquellos aspectos más dogmáticos- han venido desde distintos frentes.

En primer lugar, sobre los grados de responsabilidad en la ruptura de la unidad económica mediterránea, caso de que ésta se produjera en los términos en los que Pirenne la presentó. ¿Por qué no cargar la responsabilidad ya a los vándalos y a su política agresiva? ¿Por qué no pensar en las incursiones sarracenas del siglo IX y no en la gran expansión árabe del siglo VII-VIII como principal causa? ¿Por qué no culpar a los bizantinos y su política de bloqueo naval? Las responsabilidades pueden así, ser fácilmente transferidas de unos poderes a otros. Incluso a los propios carolingios, tan intolerantes como los propios musulmanes que, como destacó D. Dennet, nunca prohibieron expresamente el comercio con cristianos. La decadencia económica del Mediterráneo será paulatina y no resultado de la brusca irrupción del poder islámico a la muerte de Mahoma.

En segundo lugar, se piensa hoy día que la desaparición en Occidente de todos esos productos mencionados por Pirenne no se produjo de forma tan rápida ni a la vez en todos los países de Europa. Así, documentos en papiro se siguen expidiendo en Occidente medio siglo después de caer Egipto en manos musulmanas. La seda también siguió siendo un producto relativamente abundante en el mundo carolingio. Las especias o el vino pudieron disminuir en Occidente pero ello -se argumenta por algunos- pudo deberse a un cambio de modas y gustos o a que la masa de consumidores tienen un muy pobre poder adquisitivo. Ello haría poco rentable cualquier aventura comercial basada en éstas u otras mercancías.

Queda por último un producto: el oro. Hablar de su desaparición en Occidente es introducirnos en un tema: el de la política monetaria de los carolingios.